miércoles, 1 de diciembre de 2010

 

Cinco versiones para entender Wikileaks




I
Radiografías ideológicas de las políticas domésticas y exteriores de estados soberanos. Análisis de campo de los distintos roles de poder. Informes biográficos sobre “figuras clave del gobierno argentino”. La salud de Néstor Kirchner. La personalidad de Cristina Fernández. Inquietudes sobre los nietos del ex canciller “y ex Montonero” Jorge Taiana. El affaire Wikileaks y el crudo modo en que fueron revelados compulsivamente los primeros centenares de más de 250.000 documentos clasificados del cuerpo diplomático de los Estados Unidos es una prueba de que las fantasías milenaristas del sueco Stieg Larsson y su saga Millennium eran, si no vanguardistas, inevitables. Detrás de la maniobra no hay ningún periodista ficticio al estilo de Mikael Blomkvist, ni una atribulada hacker dark como Lisbeth Salander, sino un hombre que parece sintetizarlos en un único sueco de carne y hueso: Julian Assange, autodefinido editor y no periodista “dado el estado de impotencia del periodismo”, aclara desde una ubicación secreta en Londres donde también resuenan los ecos críticos de antiguos colegas. Frente a todos, el goteo de “chismes y rumores” –como los llamó una apurada Secretaria de Estado Hillary Clinton– sobre los principales líderes, conflictos políticos, bélicos y sociales del mundo.

II
Sacados a la luz por el mismo sitio que ya desnudó desde la web el costado más oscuro de la invasión militar a Irak y Afganistán –documentando el verdadero alcance de la guerra sobre la población civil–, los nuevos informes de Wikileaks parecen esta vez develar, ante todo, el curioso andamiaje de datos que buscan respaldar una arquitectura de espionaje que aún aspira al dominio imperial.

III
De esas 251.287 goteras de la inteligencia americana, más de 2.200 provienen de la embajada en Buenos Aires entre los años 1966 y 2010. Apenas poco menos de una decena ha sido publicado hasta el momento: suficiente como para trazar un bosquejo de qué significa la Argentina dentro del esquema concreto del poder americano, incluso a la hora de designar un potencial Papa. Un corpus suficiente para trazar un bosquejo del valor textual que significa la Argentina dentro del esquema del poder americano. ¿Cómo los Estados Unidos escribe el devenir nacional de la Argentina? ¿Cuáles son los criterios de valor para aquello que se prefiere escribir sobre los funcionarios? ¿Cuáles son las fuentes de esos textos y a qué grado de lucidez lectora apuntan? La embajada porteña no es una subsidiaria menor para pensar ese roce entre las estrategias a través de las cuales la Argentina intenta escribirse y aquellas a través de las cuales los informantes de la embajada intentan leerla (“die-hard kirchneristas”, se describen las voces más oficialistas en el documento 09BUENOSAIRES1311).

IV
Entre las superficiales menciones a las “fiestas salvajes” del italiano Silvio Berlusconi, el “machismo” del ruso Vladimir Putin y las maniobras del venezolano Hugo Chávez para convertir a América Latina “en Zimbawe”, un recorrido más lúcido por los informes de Wikileaks también muestra algunos de los puntos de preocupación más candentes de la administración de Barack Obama. El modo en que se negocia –con hasta 85.000 dólares por cabeza para los estados dispuestos a aceptarlos– la reubicación global de detenidos en ese enorme espacio de excepcionalidad agambiana que es la cárcel de Guantánamo, el preocupante –según la perspectiva norteamericana– rol estratégico que China construye velozmente sobre el bloque asiático aspirando a “dominar” una Corea unificada, y aún el modo directo en que Estados Unidos intervino directamente sobre la Justicia española son apenas una muestra. Aún así, la mayoría de los informes diplomáticos continúan siendo los vinculados a Oriente Medio y su zona de influencia: Irak, Irán, Turquía, Israel y Afganistán. Un área en la que Estados Unidos parece aún no resolver ni en secreto el modo de desandar ese profundo nudo político, religioso y militar que desde hace ya una década anuda la Casa Blanca en la región. Irónicamente, esa invisibilización persiste a pesar de Wikileaks: mucho se habla de los cables referidos a los grados de genuflexión ideológica de Sarkozy ante Washington, pero poco de la compleja cantidad de aristas desnudadas allí donde la política americana ha tomado la forma concreta de la guerra. Por supuesto, Wikileaks es también un modo más en el que se profundiza ese universo simbólico en crisis que es el discurso de la opinión pública. Algo que por ahora sólo convendría categorizar como#findelperiodismo, pero que sin dudas también renueva el valor de la pregunta acerca del verdadero efecto performativo que tiene sobre las conciencias de los actuales consumidores de información aquello que sólo se presenta –ahora bajo la forma Wikileaks– como pura democratización de la información. (Cualquier pregunta sobre el derrumbe del periodismo tradicional ante aquello nuevo está documentado en este antológico video de El País, comparable a cualquier video que mostrara el hundimiento del Titanic).

V
En tanto efecto de una filosofía milenarista, la destrucción reparadora sobre la lógica tradicional de producir información y sentido ha sido ocurrido una vez más a través del más literal hackeo. Y real o no, el cuestionamiento acerca del sostenimiento material de esa lógica habrá sido golpeada: Wikileaks asegura financiarse con donaciones anónimas, un modelo de negocios que renueva drásticamente el criterio de explotación del periodismo tradicional. Es ahí donde vuelve a asomar el imaginario técnico y milenarista de Stieg Larsson. En la fantasía –hoy más palpable que nunca– de que cuando un uso libertario de la tecnología se articula con un discurso periodístico radicalmente independiente, todavía pueden producirse algunos destellos de eso que hace ya muchos siglos el racionalismo liberal llamó verdad.

Comments:
Yo me articulo: ¿Porque no me preguntaron directamente? aunque... bueno... yo no doy entrevistas ¿viste?. Esto les pasa por no leer Seprin, Tribuna de Periodistas, Jorge Asis Digital o mi blog (obvio).
 

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