jueves, 4 de noviembre de 2010

 

CINCO PUNTOS SOBRE BISTURIES




Lo siguiente son apuntes, glosas y comentarios
sumarios a la discusión que se dio acá

I

Es tiempo de operaciones. Juguemos a hacer malabares con nuestro propio bisturí.

La muerte de Néstor Kirchner instaló un dictum tratable no más allá de las fronteras inconmensurables –y de ahí su primera naturalezainoperable– de la instantaneidad de lo genuino. «El kirchnerismo vivificó la política como tema de interés en la arena pública». Hay un segundo dictum, posterior, operable –quiero decir: lícito de ser intervenido desde un ejercicio político– que propone que «en este instante, el cinismo (como único affectio ciudadano) se revela enteramente arcaico». La parte importante ahora es esa que dice en este instante.

«En este instante» se colocan en juego las operaciones. Las hay toscas y las hay sutiles. Como somos amigos de la sutileza, vamos a ocuparnos de las operaciones sutiles. Las más interesantes –en este instante– son las operaciones ligadas a las «lecturas culturales de la muerte de Néstor Kirchner».

II

El bisturí de la «lectural cultural» se oxida desde el momento en quepropone un corte diacrónico y nunca –o casi nunca– sincrónico. Esto implicaría una oxidación instantánea, por supuesto. Pero no en un contexto de #findelperiodismo, donde todavía hay resistencia ante lo fáctico de los hechos –y no por una incapacidad ingenua o gratuita para el análisis, que desnaturaliza el affectio–, e incluso Jon Lee Anderson, que ve musulmanes alrededor del Obelisco, trasmite seminarios sensibles sobre formas extinguidas y tecnológicamente arcaicas como la «crónica periodística».

Pero volvamos a lo relevante. El bisturí diacrónico de la «lectura cultural» falla al unísono en manos de cirujanos del progresismo –también el K– y en manos de cirujanos del establishment, palabra que inserto con la absoluta seguridad de no caer yo mismo en ningún anacronismo. La diacronía cultural sólo se ha sintetizado en una misma conclusión: el 27 de octubre de 2010 ha sido un agujero de gusanouniverso cultural que transporta sin factor de rozamiento a los actores reanimados de la arena pública al 1 de julio de 1974.

La angustia del bisturí diacrónico pasa necesariamente por el loopingde la Historia. E inevitablemente demanda –momento Deleuze de la velada– repetición y nunca diferencia. Aniquilamiento –no físico, por supuesto: pero aniquilamiento– o toma inmediata de los votos de la militancia partidaria. En una u otra mano, el bisturí diacrónico congela el affectio. No lo dinamiza, lo obtura. Por desidia intelectual o por interés corporativo, lo traslada de la sincronía de la historia presente a los esquemas del pasado.

Personalmente, ya no creo en la desidia intelectual. No durante el #findelperiodismo Por lo que se vuelve necesario intervenir con un bisturí propio que diga: el «traslado» quiere convertir en cultural lo que a todas luces es –y sólo es– político. Y por «convertir» quiero decir: anular. Negar. Incluso, ridiculizar como moda vacía. La siguientemoda retro en el esquema de imbecilidad dominante antes del 27 de octubre de 2010. Quien quiera reducir lo que Mariano Canal (@buensalvaje) describió en un abanico que va desde un «oasis de voluntarismo» hasta un «capítulo bildungsroman político», quien quiera reducir todo eso a un mero gesto cultural, está negando el verdadero gesto político.

Hasta qué punto algunos cirujanos del progresismo –también el K– y algunos cirujanos del establishment prefieren tratar con un «fenómeno cultural» antes que con un «fenómeno político» estará por dilucidarse con el correr de los meses, durante los que, por supuesto, el riesgo de la #derrotacultural también acecha.

III

El bisturí de «la contradictio». Este es mi bisturí favorito, en particular porque es uno que sí puede lacerarme. Pero es un laceramiento a conciencia, un laceramiento bienvenido porque produce esas heridas que profundizan las contradicciones y movilizan el pensamiento. En principio, para la barra de la #derrotacultural que también nos lee: hay que leer a Hegel. Lean a Hegel (incluso algunos libelos mediocres de gorilas hebreos con infulas de intelectuales) de . Incluso tápense las orejas ante José Pablo Feinmann y busquen en Wikipedia, ahí debe haber lo suficiente para entender que «la contradictio» es buena, al punto que moviliza la Historia.

Hay varios cirujanos con el bisturí de «la contradictio» en sus manos. Me interesan particularmente dos tipos de cirujanos: los que prefieren el quirófano de la conciencia y los que prefieren el quirófano de lamilitancia. Vamos primero a los bisturíes que buscan contradicciones en las conciencias. Necesito volver –auguro que todos vamos a tener que volver– al primer post del @buensalvaje: «La pedagogía de Lanata y compañía nos enseñó a buscar el origen de la crisis nacional en las declaraciones juradas».

Al parecer, si hay dispositivos de análisis de conciencias capaces de calar profundo en cierto imaginario popular, uno de ellos es el que hace del pensamiento una Conciencia Absoluta y Siempre Igual a Sí Misma. No se me ocurre mayor explicación que cierta masificación de la pedagogía periodística de las declaraciones juradas y veinte años de programas de archivo en televisión. (Ahí se licúa esa pedagogía del modo más entretenido: es decir: del modo más brutalizador y cínico, «¿pero cómo no sos el depositario ideal de una Conciencia Absoluta y Siempre Igual a Sí Misma?»).

Al respecto, sólo dos ideas. Primero: la conciencia puede ser muchas cosas, pero no es una declaración jurada. Segundo: leer a Hegel. A Descartes, no sé. Tal vez sencillamente leer algo («a los libros», como ha dicho uno de los kibutz del #findelperiodismo).

Incluso el peor discurso alrededor del #findelperiodismo se ha construido sobre esta falsa premisa de que el pensamiento es una «declaración jurada», equiparando los casos de Barone en 678 post-Clarín con el de Caparrós atacando por TN a “los kirchneristas” con los mismos argumentos con los que antes atacaba a los “ecololós”. Que caigan en un mismo cúmulo acusatorio es intelectualmente dudoso (y no digo que tal vez no deba ser así, sólo digo que es parte del peor discurso posible sobre el #findelperiodismo: el más pobre).

Los objetores de conciencia más sutiles –sólo por el purismo de su filosofía política–, han escarbado con el bisturí de «la contradictio» sobre la posibilidad de la política como construcción de un discurso coherente en la medida –única– en que sólo pueda coexistir con una praxis pura. No sé ustedes, camaradas, pero uno a veces se siente en la Atenas del siglo V antes de Cristo. Paseando entre individuos nobles, impregnados de «aidos» platónicas, deambular que sólo se interrumpe para tomar duchas de «pureza moral» e «imperativos categóricos». Apelo al pensamiento sintético de Diego Vecino (@contrarreforma): «Para mí no es mezquino ni oscuro negociar, y en última instancia todo esto puede terminar como una gran derrota generacional. O sea que personalmente, todo bien».

Es es el espíritu productivo del Presente.

Lo otro, una fase boba del cinismo del Pasado.

IV

El bisturí de «la contradictio» sobre la militancia «territorial o virtual» también es propio de los cirujanos diacrónicos. Escribo esto un 3 de noviembre del año 2010. Clausura de la primera década del siglo veintiuno. Casi dos décadas ininterrumpidas de crecimiento, expansión y desarrollo de todo eso que podríamos llamar «internet». Una plataforma clave para el #findelperiodismo. Hay matrimonios que se conocieron por «internet». Enemigos que se conocieron por «internet». Yo mismo he participado de libros convocados, escritos y corregidos a través de «internet». Se gestan grupos sociales, intelectuales, de levante, de boludeo –también de boludeo– en «internet».

Pero quiero ser drástico en este punto: en noviembre del año 2010, plantear una «escisión» entre la militancia «territorial y virtual» es equivalente a plantear una «escisión» entre el siglo dieciocho y el siglo veintiuno. Esa discusión por el umbral y la brecha entre circuitos está acabada. Incluso diría más: hoy no hay praxis –y por supuesto, seguro no la habrá mañana– que no funde su ser-en-el-mundo sobre lo «virtual». No se trata de escindir, sino de releer y valorar con la seriedad que corresponde el potencial de la herramienta más potente que «la militancia», orgánica o independiente, al borde de su propia extinción o renacimiento pleno, tiene en sus manos: «internet».

V

Lo que se impone es una pregunta por las competencias individuales para sumarse a una instancia novedosa de conciencia ciudadana. Unadiscursividad, como dice Hernán Vanoli (@Volquetero), que proponga coordenadas para entender cómo sepultar para siempre el cinismo activada sólo desde una acción colectiva orgánica, por ahora, se me ocurre una cuestión a colocar en suspenso por unos días más.

Nadie se despega con facilidad de esa capa de cinismo donde el Poder quiere que estés.

Se trate de un cinismo con años de «hibridación cultural» por malas lecturas de Houellebecq, o de un cinismo de años por idiotizarse mecánicamente con locutores «cool» de FM de día y tineli de noche, esa pregunta es la clave de la «experiencia sensible» de la época.


Comments:
Muy bueno. Iba a escribir un comentario en referencia a que me parece bien las consideraciones sobre lo virtual que hacés y me topé con tu intercambio con el anónimo.
Él habla de "la política gorda" y lo mezcla con militancia. Son cosas distintas y requieren niveles de análisis distintos. Bueno, eso por un lado.
Después: me preocupa un poco y me da algo de vergüenza que todavía se siga mirando con reticencia a internet, si hablamos de política. Voy a decirlo de manera general por una cuestión práctica, pero me rompe bastante las pelotas que siempre tengamos que esperar a que "la derecha" -ese término es el que iba a usar de manera general- tenga que mostrar cómo se puede aprovechar un recurso de ese tipo. Es un recurso, no lo olvidemos.
¿Después de cuánto tiempo CFK se dignó a abrir una cuenta de Twitter?, ¿cuánto después que Macri, por ejemplo?
"La derecha" entendió hace bastante que lo virtual es un espacio de ciudadanía y militancia. No sé si ahora, pero hasta hace un tiempo en la página del Pro había PDFs que instruían sobre cómo militar y daban tips a los militantes, como por ejemplo qué responder ante ciertos cuestionamientos que podría plantear alguien hacia la figura de Macri. Siendo pragmáticos es, además, una cuestión de administración de recursos. Pensemos en una página de facebook. Con tocar un puto like button te empezás a enterar de todas las novedades que el administrador se encargue de poner, y esas novedades aparecerán en tu muro, y otra persona entrará para leer ese muro...y así. El Pro es el que mejor entendió lo que es la ciudadanía urbana.
Ojo, yo soy de sostenerme en las contradicciones y también tengo mi parte que dice que "el cambio" sólo se produce en Lo Real. Pero, imagino que para conciliar[me conmigo mismo] digo que hay Reales y Reales.

saludos
 

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